Las Hermanas de los Pobres llegan al Perú el 28 de octubre de 2005, llevando a cabo el mandato del capítulo general de 2001 que pedía “abrir una comunidad en una Nación donde todavía no estábamos
presentes y que tuviera las características de intervenir-adaptarse-retirarse como pide nuestro Carisma”. El servicio que realizan consiste en actividades de evangelización, catequesis y obras de misericordia en los
quince pueblos de la zona confiada a las hermanas.
Después de pocos años se abre una nueva comunidad en la sierra y una en Chiclayo, en el Norte del Perú.
Las comunidades se involucran entre el pueblo de las periferias con el propósito de responder a las necesidades básicas de los hermanos más necesitados. Ofrecen servicios de convivencia y fortalecimiento de vínculos; anuncian a Jesús con todos los medios que la caridad sugiere: acogida, escucha, catequesis con niños y adultos, visitas a los enfermos en sus casas, acompañamiento de los jóvenes y adultos, formación y
discernimiento vocacional.
El programa dictado por el Fundador es todavía muy actual: “Busco y recojo a los que otros dejan atrás.
Donde los otros llegan, lo hacen mejor de lo que yo podría hacer; pero donde los otros no llegan, yo
procuro hacer algo, así como puedo”. (San Luis Palazzolo). El sueño que acompaña a la Familia de las
Hermanas de los Pobres es:
Contemplar a Jesús, que desnudo en la cruz, se entrega para enriquecer la humanidad con la
misericordia del Padre.
Amar, servir, promover los "crucificados" de hoy, en las periferias existenciales y geográficas, donde
nadie llega.
Vivir un estilo de vida simple, pobre, alegre en comunidad.
El carisma de las Hermanas de los Pobres es compartido con los laicos de la “fraternidad Luis Palazzolo”.
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